Hoy sólo tu muerte

“Es bueno llorar las lagrimas que él no tiene.” – Maritza Duarte

Hoy me enteré que has muerto. Pensé que seguías andando por tu mundo, buscando nuevas aventuras, nuevas felicidades. Que lo único que había muerto era lo que tú eras para mí.

Ya tampoco eres el papá que solías ser. Hoy tu hija me dijo que ya no te veía pero que tampoco te extrañaba. Los enojos se convirtieron en indiferencia. Las palabras duras en silencio. Después de tanta presencia y cuidados, ¿cómo puede haber tanto desdén?

¿Quién eres si dejaste de ver por ellas? ¿Quién eres si dejaste de ser mi amante? Me pregunto qué pasó contigo, dónde quedaste, cómo se pudo disipar tu esencia.

Has muerto, por lo menos el que yo conocí, al que yo admiraba tanto. Por eso cuando ese que usa ahora tu nombre viene con palabras de amor no me queda más remedio que decirle: buscate otro perro que te ladre.

¿Dónde te perdiste que ya nadie sabe de ti? Desapareciste entre un beso y el amanecer. Creiste que lo sembrado no había que cuidarse. Creiste que todos estaríamos ahí inalterados y tal vez hoy crees que te puedes recuperar a través de nosotros. Quieres volverte a ver en mis ojos y recrearte. Yo no puedo invitarte a ellos porque no te reconozco.

Antes lloré tu abandono. Hoy sólo tu muerte.