lunes, agosto 28, 2006

De semana en semana

Llega el lunes y me caen encima todos los pendientes que pensé hacer durante el fin de semana y no hice.

Me pongo los zapatos y me molesta la uña enterrada del dedo gordo del pie derecho. Abro el refrigerador y veo las lechugas que debí haber lavado para poder comer ensalada durante la semana. Me subo al coche y rechina la puerta a la que no le puse aceite; quito la lluvia del día anterior del parabrisas y queda todo marcado porque requiere limpiadores nuevos. Y así otras tantas nimiedades que no hice.

Con todo el sábado y el domingo por más que pienso no se me ocurre ni una de esos deberes atrasados.

Así empiezo la semana llevando a cuestas los pendientes hasta encontrar el momento para hacerlos o algunos acaban esperando que llegue el siguiente fin de semana o el siguiente.

viernes, agosto 25, 2006

Ritual (para aquéllos que viven juntos pero separados)

Despierto en las mañanas a poner café, sé que en otro lado tú lo haz puesto unas horas antes que yo. Seguimos el mismo ritual: moler el café, usar la cafetera tipo italiana, servirlo en tazas de cerámica pintadas a mano tipo talavera. Así todas las mañanas tomamos café juntos.

miércoles, agosto 23, 2006

365 días

71 entradas.

Tendemos a recordar los ciclos, y hoy recuerdo mi primer entrada. Comparé el publicar en estos espacios con una zambullida en el mar. La sensación inicial es de frío, pero el cuerpo se acostumbra y después de unos instantes el agua se siente rica.

El objetivo de dejarme escribir y compartir lo he cumplido. Aunque por ratos el crítico interno todavía da lata, espero irlo silenciando más efectivamente cada vez.

Gracias a los que me han leído este año. Espero me sigan acompañando en este recorrido.

jueves, agosto 17, 2006

Pensamientos de café y de mañana

Hay algo de nostálgico en el despertar diario, en las rutinas de mañana, en las expectativas del día.

Quisiera que el tiempo fuera estático y el café infinito. Sobretodo esos primeros minutos de la mañana en que uno confunde los sueños con la realidad y todo puede ser posible. Quisiera extender ese tiempo y esa sensación, que mi taza no se vaciara.

Quisiera que el ejercicio no se tuviera que hacer todos los días, que con una vez que se hiciera fuera suficiente.

Quisiera despertar sin prisas todas las mañanas.

Me gusta el despertar a poner café en una mañana fría. El calor del café tiene más sentido.

Quisiera que sólo lloviera cuando estoy en casa y puedo disfrutar la lluvia.

Me gusta despertar todavía a oscuras, poner café y sentarme a esperar que surjan los colores en el patio.

No quiero llegar al último trago de café y a tener que empezar otro día.

lunes, agosto 14, 2006

Desaprenderte

Los primeros días, después de que te fuiste, seguí sintiendo tu mirada recorrer cada centímetro de mis piernas, y me di cuenta que tus palabras habían penetrado mi piel. Te escribí a diario, cartas que nunca mandé.

No fue fácil. Tuve que olvidarte sin odiarte ya que nunca hubo mentiras ni promesas. Hubiera sido más sencillo borrar tus caricias y tu voz, más fácil olvidar el olor a tabaco de tu piel, si te pudiera odiar. O tal vez hubiera sido aún mejor si pudiera ser indiferente. Pero no te quise odiar y no pude ser indiferente.

Seguí esperando una llamada o un correo, seguí esperando durante días y meses alguna señal de que me recordabas. Me conformé pensando que habrías escrito si fueras indiferente. Triste y único consuelo.

Y ahora te apareces. No, no finges que no pasó nada, tampoco intentas retomar las cosas donde se quedaron. Simplemente algo nos une: ¿un recuerdo?, ¿una posibilidad? No lo sé. Sé que es fuerte, nos permite una comunicación directa, suave, amorosa.

Te dije que no espero nada de ti. Y es cierto. No estoy enojada ni triste.

Pero sé que si me permito acercarnos será más difícil volver a olvidar el olor de tus manos en mi piel, no quiero desaprenderte otra vez. O tal vez es al reves y este no acercamiento hará más difícil separarnos.

jueves, agosto 10, 2006

¿Encuentro?

Salí de la casa como todos los días…no, en realidad salí hacia el otro lado y al llegar a la avenida fue cuando vi el coche de su hija. Lo reconozco porque es pequeñito y verde.

Lo iba manejando un hombre. ¿Podría ser él? En los topes casi lo alcancé pero los pasó muy rápido. Pensé que tal vez era otro coche parecido. Unos segundos topes y alcancé a ver. Era él. ¿Por qué ahora que lo veo, advierto una mueca que antes no notaba? ¿Por qué el verlo no me provoca emoción?

En la siguiente esquina cada quien se fue por su lado, así va la vida. Sin cruzarnos ya. Raro, ver a alguien con quien despertaste al lado tantas veces que ahora pasa a tu lado como cualquier otro.

lunes, agosto 07, 2006

Las calles

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Las calles de la Ciudad de México ya no son las mismas. Hoy caminé por Paseo de la Reforma. Una calle convertida prácticamente en peatonal desde la fuente de Petróleos hasta Avenida Juárez. No la recorrí toda, pero el pedazo que recorrí fue suficiente para saber que no podré volver a pasar por ella sin pensar en los campamentos que hoy están ahí.



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¿De dónde sale tanta gente? ¿A qué hora cambiaron sus vidas por la democracia? No puede uno pasar por los campamentos sin preguntarse estas preguntas y otras más, sin pensar cómo pueden todas estas personas haber hecho a un lado sus vidas para irse a vivir a estos campamentos y a apoyar un sueño. A lo mejor soy pesimista, pero me parece ser que la democracia en este país sigue siendo un sueño.


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Campamento tras campamento. Personas y personas sentadas viendo la tele, jugando ajedrez, cartas o dominó, viendo un espectáculo que se ha armado en la calle para entretener a los que están ahí esperando que el Tribunal decida lo que parece no decidirá. Letreros hechos en cartulinas y mantas que hablan del fraude. Gente que lleva un pequeño listón tricolor para afirmar que apoyan un movimiento. Un movimiento por la democracia. Democracia se me hace una palabra tan pesada de pronunciar y estas persona que están en los campamentos no parecen desvalidos ni desesperanzados, viven por la democracia, viven para hacerla realidad y yo no sé cómo sucederá. Y estas calles que tantas veces he transitado en coche ahora las recorrí a pie, viendo, sintiendo, oliendo, viviendo. Viviendo una necesidad por una certeza que no sé si se dará.

viernes, agosto 04, 2006

Dónde

Entra el sol de la tarde por la ventana. Cae en el piso de madera donde antes había una mesa. Ver esa luminosidad me recuerda las tardes abrazados en el sillón, viendo una película, tomando té o haciendo nada.

Hoy se han llevado todos los muebles y me preocupa encontrar estos rincones en la casa nueva, estas luces o sombras que la hagan especial.

Me paseo por los cuartos en los cuales hicimos el amor, nos veo acurrucados y oigo nuestros gemidos. Me detengo en la terraza a ver pasar los coches, recuerdo las noches en que salíamos a tomarnos un trago y platicar, oigo nuestras risas. Me siento en el gabinete de la cocina donde te sentabas tú a verme cocinar cuando terminabas de hacer la ensalada. La cocina se ve diferente desde aquí, me llegan olores de albahaca, estragón y tomillo.

¿Dónde quedan los recuerdos de las casas cuando te vas de ellas? ¿Se quedan guardados los olores y sonidos en los rincones o simplemente desaparecen?