jueves, junio 05, 2008

Encontrar el libro perfecto

Me ha costado mucho trabajo ponerme a escribir estos días. Ya ni siquiera sigo mis rutinas matinales de escribir en tres cuadernos distintos, o por lo menos dos de ellos, todos los días.

Trato de pensar qué es lo que me pasa y creo que encontré el problema. No he estado leyendo suficiente. En mi caso, inevitablemente leer me lleva a escribir y sin leer me cuesta trabajo escribir.

¿Y por qué no leo? Tengo un problema: hay tres libros empezados sobre mi mesita de noche y no tengo ganas de continuar con ninguno. Me molesta terriblemente dejar los libros sin terminar. Ahí al lado de mi cama están alineados los tres: uno más delgado, otros dos más gordos. Inevitablemente tengo la sensación de que si empiezo otro sólo se va a acumular a la pila de libros sin terminar y eso me angustia. No exagero al usar la palabra, tampoco es que viva el día angustiada, es que cuando pienso en leer se sube la angustia hasta mi garganta y me asfixia.

¿Qué hacer? ¿Cómo saber que el próximo libro que empiece lo terminaré?, ¿o cómo elegir el libro que puedo terminar?, y no sólo por obligación sino por necesidad, como debe ser.

Elegir un libro adecuado no necesariamente tiene que ver con el libro en sí, sino con el momento de vida.

Estoy convencida que los libros requieren cierto estado de ánimo, preparación, qué se yo, algo que yo llamo momento de vida . Me pasó tanto con Rayuela como con Notas desde el sotano (o el subsuelo). Empecé a leerlos en diferentes momentos y no podía avanzar de la primera página, me aburrían, me hacían bostezar, no entendía lo que leía. Y un día cualquiera, tomé de nuevo Rayuela y lo disfruté deliciosamente. Lo mismo pasó con el de Dostoievski, lo leí sin parar, sin querer separarme del libro. Me gustaron tanto que me pareció extraño que antes no los hubiera podido leer. Fue entonces que empecé a desarrollar mi hipótesis de que los libros tienen su momento. No quiero decir que esta teoría sea mía exclusiva, sino que yo la vivo como mía.

Estos dos casos, son sólo un ejemplo, esto me ha pasado infinidad de veces. Hace unos años, tal vez tres o cuatro, traté de releer Justine, del Cuarteto de Alejandría y no pude. Cada vez que comenzaba a leer me llenaba de una tristeza infinita y no podía seguir. Lo tuve que dejar, luego lo presté y no lo he recuperado, no sé si pueda releerlo ahora.

Hoy, sé que necesito encontrar un libro que rompa este patrón de los tres libros sin terminar y no sé cómo identificarlo. Tengo varios esperando ser leidos, podría salir y comprar uno totalmente nuevo, el problema es que no sé cuál y no quiero que se acumule un cuarto. ¿Me quieren ayudar a encontrarlo?