lunes, mayo 22, 2006

Latitud y longitud

A veces cuando por la noche veo la luna llena o menguante, te  imagino viendo la misma luna. No sé si tu noche comienza antes que la mía, o después. Cuando es invierno y veo a Orion o cuando es verano y ubico a Cisne en medio del cielo, pienso que tal vez tus estaciones sean más marcadas que las mías.

En las mañanas cuando corro y veo el sol salir, pienso que tu amanecer puede tener distintos colores. O tal vez estás en un lugar donde las nubes permiten que los colores duren más.

Alguna vez al sumergirme en el mar pienso que tal vez tú te metes en el mismo océano o en otro mar. Al subir una montaña pienso que tal vez tu subas la misma cordillera en otra país u otra en otro continente.

Hay días que siento que nos acercamos, otros, especialmente en medio de un viaje siento que nos alejamos. No lo puedo saber con exactitud pues no sé donde estás. Puedes vivir en la calle de junto o del otro lado del mundo.

Te adivino pues sé que un día te encontraré. Entonces con certeza veremos el mismo cielo y tal vez podamos compartir la misma latitud y longitud.

sábado, mayo 20, 2006

Lluvia o flores


Aunque hace semanas comenzó a llover, no sé porqué apenas con la lluvia de ayer sentí que había iniciado la época de lluvias. Me encanta que llueva, pero tengo un conflicto de intereses pues la lluvia tumba las flores de las jacarandas.

Las jacarandas son lo que me reconcilia con el inicio de la primavera. Ya sé que a todo mundo le gusta esta estación, pero a mi no me gusta el calor.

No sé qué es lo que tienen estas flores azulosas que me alegro sólo con verlas.

lunes, mayo 15, 2006

Al despertar

Me gusta cuando te bañas en la noche y te metes a la cama desnudo junto a mí. Al amanecer ya se fue el olor del jabón y todavía no hay ningún olor externo.
Me gusta el sabor de tu aliento al despertar, cuando ya se borró el de la pasta de dientes y todavía no hay rastros de café ni de humo.
Me gusta oír tus primeras palabras de la mañana, cuando tu voz no se ha mezclado con los ruidos del día.
Me gusta ver tus ojos cuando entra la primera luz a la recámara y veo mi reflejo en ellos.
Me gusta recorrer mis manos por tus piernas tibias, con el calor de las colchas y la noche, y sentir como se desperezan.
Me gusta hacer el amor al despertar cuando somos más nosotros mismos, cuando nuestros sabores y nuestros olores aún están intactos.

miércoles, mayo 10, 2006

Recuerdos olvidados

¿Por qué cuando ya no te extraño sigues apareciendo en mis sueños? ¿Por qué demandas mi atención cuando ya no quiero dártela? En estos días tu recuerdo viene rara vez, pero basta una noche en que entres a mis sueños para amanecer con tu presencia persiguiéndome.

Ya no recuerdo tu olor, tampoco recuerdo tu mirada. O lo que quiero decir es que sólo recuerdo tu mirada fría, no la que me hacía llenarme de una ola de aire caliente cuando me veías. Ya no recuerdo lo que tus manos me hacían sentir al acariciarme y detenerse en los lugares que habían aprendido a detenerse. Olvidé también tu sabor en mi lengua, todos los sabores de los distintos rincones por donde la pasaba.

Te fui olvidando, poco a poco. Había días en que me aferraba a alguno de tus recuerdos, no quería que te murieras dentro de mí. Otros en que quería matarte afloraban sonidos y olores, recordándome lo que era vivir a tu lado.

Un día amanecí y ya ni quería olvidarte ni necesitaba recordarte, simplemente las palabras ya no reconstruían una sensación. Y así vivo: sin ti en el presente.

Y sin embargo, hay noches en que te sueño. De mis sueños aún no desapareces, y al despertar te presentas en mis pensamientos insistentemente. No regresan ni los sabores ni las texturas. Sólo son pensamientos tercos que me hacen acordarme de algunas pequeñas y torpes razones por las que un día te amé.

sábado, mayo 06, 2006

El crítico interior

Tengo varios días tratando de escribir algo para publicar. Retomé algunas historias que ya había empezado, comencé otras, pero ninguna me convencía. Hasta que me di cuenta que es el crítico interno el que no me dejaba en paz.

Tengo un crítico muy latoso, y entre más tiempo pasa sin que escriba, más se va aprovechando para no dejarme escribir. Algunas veces apenas si lo escucho murmurar, otras lo ignoro o lo silencio rápidamente, pero conforme pasan los días su voz se va haciendo más y más fuerte y su voluntad va adquiriendo influencia sobre la mía.

Hay días en que también se me aparece físicamente.Parece un hombre inofensivo, usa un sombrero café ligeramente ladeado hacia la izquierda, pero tiene una media sonrisa que me aleja de la computadora. Su voz, algo gangosa, me dice que nada de lo que escribo vale la pena, que no tengo nada importante que decir, y que no tengo ni una forma divertida ni interesante para decirlo.
Cada vez que me siento a escribir, empieza a hablar, a veces a gritar, de tal forma que no logro oírme a mi misma. A veces es tan latoso que ni siquiera me permite comenzar a escribir,  me hace sentir que no tiene ni sentido el esfuerzo de hacerlo.

Tengo que aprovechar los ratos en que se distrae, como ahora, para escribir. No importa qué escriba, lo importante es que logre burlar su autoridad para que luego pueda seguir escribiendo.

Voy sintiendo que me asfixio si no escribo, eso es lo que el crítico quiere: matarme. Afortunadamente hoy me le escapé, escribí estas líneas y ahora mismo las publico.

Trataré de no dejar que regrese para volver a publicar pronto.