jueves, mayo 22, 2008

Al correr de mañana

1. Deberían prohibir los pants que hacen ruido al rozarse una pierna contra la otra. Por lo menos en los parques o lugares públicos antes de las 8 de la mañana.
2. Y si a mí me molesta el ruidito del roce aunque oigo a Rinaldi en la Celta, ¿cómo alguien puede vivir media hora o ve tú a saber cuánto tiempo se ejerciten, con ese sonido constante?
3. Sin duda me gusta ver la luna en el cielo, pero disfruto mucho más ver las estrellas.
4. Me encanta comenzar a correr cuando todavía está oscuro y ver como comienza el día.
5. Es delicioso sudar, siento que realmente me estoy esforzando. Aunque sé que hay quien prefiere la natación para no sudar.
6. Seguro Cirrus preferiría caminar y no correr, andar sin correa y poder husmear todo el parque lleno de olores de otros perros.
7. Siempre me da un poco de angustia viajar, aún cuando sea solamente a Monterrey. Especialmente si tengo que dejar a la Cirrus.
8. ¿Por qué hay coches que aceleran cuando ven que vas a atravesar la calle en lugar de detenerse y dejarte pasar?
9. ¿Por qué no pueden ser como la Cirrus todos los perros y no ladrar sólo porque ven a un perro?
10. Se acabó la temporada de las jacarandas, ahora se confunden con cualquier árbol de follaje verde. Hay que esperar casi un año para disfrutar de nuevo ese maravilloso morado.

jueves, mayo 08, 2008

Tus estantes

Revisé los estantes llenos de libros ordenados en perfecto orden alfabético. Reconocí autores, otros, los anoté mentalmente para leerlos en algún momento. Me detuve un instante al ver el libro sobre ausencias que te regalé aquel día que comimos juntos por primera vez.

Estaba a punto de tomarlo cuando me interrumpiste. Tenías dos vasos de tinto en las manos. Me diste uno y caminamos hacia la terraza, nos sentamos en los equipales a disfrutar la noche fría en que no se veían estrellas ni luna. “La bruma no me dejó ver el eclipse del otro día” me dijiste. La misma bruma que tapaba ahora a Orion y Polaris que yo hubiera querido ver. Era invierno, Orion estaba invisible a la mitad del cielo.

Platicamos como siempre, sin orden, brincando de tema en tema y regresando a alguno que había quedado a la mitad tres temas atrás. Habían pasado meses sin vernos y conversamos como si retomaramos la plática del día anterior. No teníamos sueño, abrimos una segunda botella mientras comimos salami y queso con pan negro, unas nueces y frutas secas. El sol nos sorprendió todavía en la terraza. Dormimos de día, balbuceando entre sueños lo que nos faltó por platicar en la noche. Soñamos con el tiempo que no nos pertenecía.

Hoy mientras busco qué leer encuentro el libro de palmeras que me regalaste aquel primer día y recuerdo cómo recorriste mi librero, quizá tratando de conocerme a través de mis lecturas. Tal vez mañana te hablaré y te diré que nunca terminé de recorrer todos tus estantes. O tal vez sólo te lo diga un día cuando nos volvamos a ver.