miércoles, noviembre 28, 2007

De bodas y amigas

Son las 4:30 de la mañana. Estamos la Cirrus y yo nuevamente solas. Se siente el silencio y el vacío. Pienso en los días transcurridos desde que llegó Blue.

Los primero días de disfrutar de ella: las pláticas, su compañía en la oficina, los trámites de la iglesia, comer sushi, ir al Sotavento para planear una exposición de fotografía el año que entra.

El jueves llegó Pillo: las recojo en el super donde están con un carrito lleno, acomodamos todo en el refri,corremos a la Zona Rosa para ir a un concierto de Edel Juárez, caminando por las calles adoquinadas empezamos a construir una nueva complicidad.

El viernes me levanto y las dejo cocinando. Yo tengo un día pesado de oficina. Regreso y ya están la Ardilla y Lau activas en la organización. Una corta los agradecimientos, la otra embarra pan con mantequilla y lo mete al horno. En el refri está los ingredientes que compraron ayer y procesaron Pillo y Blue para hacer 9 distintos canapes. Blue todavía tiene que ir a la iglesia a confesarse.

Regresando de la iglesia armamos lámparas, seguimos recortando y hacemos una lista de pendientes por persona. Las actividades que realizaremos al día siguiente.

D day: 6:45 de la mañana, llega Susana. Dormimos otro rato y al despertar tenemos el único momento tranquilo del día, tomamos café en los sillones que todavía tienen cobijas y almohadas. Conversamos de nada y todo, se va construyendo un grupo subrepticiamente.

Después del rato de tranquilidad empezamos a seguir el itinerario de la lista: compra de flores, llenar el depa de flores, terminar canapés, traslado para el arreglo de la novia, maquillaje de la novia, arreglo de todas nosotras, terminar de preparar el depa para que quepa la comitiva anunciada de 50 personas. Instalar música y darnos cuenta que falta un cable, llevar a la novia a la iglesia cantando en el coche. Compartir los votos de los novios. Lanzar pétalos a los novios, correr de regreso a casa, terminar de preparar canapés, prender lámparas, coordinar meseros y bebidas y empezar a recibir a los invitados.

Risas, bailes, brindis emotivos, llantos. Todos felices, todos emocionados y compartiendo la nueva vida de Pan y Blue.

Cuando todos se fueron quedamos las 5. Seguimos la fiesta hasta la madrugada: confesiones, risas, cantos, nuevas lealtades.

Hay amistades que se van construyendo durante años, otras que se consolidan con la intensidad de un fin de semana.

jueves, noviembre 15, 2007

El abuelo de Lorenzo

Te escribo hoy porque sé que piensas en mí diario, como yo también pienso en ti. Pero no es en mí en la que piensas, no la que soy hoy.
Fuimos otros, otros los que nos amamos y a los que añoramos, pero esos que fuimos no existen ya. Y cuando te evoco es a aquél al que pienso, con el que reí y caminé y lloré y sobretodo platiqué.
Hoy ya no exisitimos, somos fantasmas pero no nosotros. Nos matamos el uno al otro, fue la única forma que encontramos para seguir viviendo. Fuimos otros. Ahora somos estos. Estos que vivimos con el pasado, algunos días a cuestas, otros días simplemente viviendo. No hay día en que no te recuerde, a veces sólo inconscientemente, otros con todas las letras. Seguirás en mí mientras viva, pero no el tú que eres hoy y desconozco, sólo el tú que fuiste, al que amé y al que maté ... y aparece tu sombra de cuando en cuando para decirme que no he logrado olvidarte del todo, que aún cuando estés muerto queda algo de ti en mí. No podría ser de otra manera, si me di como me sé dar: toda e incondicionalmente, ya sé, una exageración. No creo que todos sepan amar así.
Y al darme me marcaste, estás gravado en mi espiritú, no se puede amar y borrar a la persona que se amó. Algo sobrevive. Algo se mantiene en el espíritu. Se puede olvidar el amor pero no se desprende uno de la persona amada, es como una maldición o una bendición que te acompaña para siempre, que te recuerda de lo que eres capaz. Que te recuerda que alguna vez amaste, que alguna vez te saliste de ser lo que eres para ser en otro.

lunes, noviembre 12, 2007

Ser otra

Hay días que quisiera vivir otra vida. No porque ésta vaya mal, en realidad pienso que va tan bien que tengo demasiada suerte.

Quiero vivir otra vida para saber qué se siente ser otra: la señora que pide en la esquina de 23 años y ya con tres hijos, la señorita que tiene que atender las solicitudes de información y se cansa de repetir lo mismo todo el día, la chavita del super siete que se la pasa contando cambio, la mesera mexicanas en Dallas que espera más propinas para mandar dinero a su casa. Gente así, sencilla, no me metería en los zapatos de nadie importante o famoso.

Seguro reconocería algunas de mis frustraciones, muchas de mis angustias y la dulzura de las satisfacciones. Seguro habría sensaciones que me son desconocidas y de las cuales podría aprender. Un día quisiera ser otra y que otra fuera yo.