jueves, noviembre 24, 2005

Pequeñas injusticias

No me gustan las injusticias y siempre que puedo trato de corregirlas.

Tengo presente un día, yo tendría seis o siete años, que mi mamá me contó, o más bien le contó a mi papá y yo escuche, que había ido a Casa Chapa a comprar un regalo para alguna boda. Al estar esperando a que envolvieran el regalo, llegó una señora humilde con un cupón de descuento para comprar una plancha y sus 150 pesos en monedas que había juntado, obviamente con mucho esfuerzo. Eran los sesentas y esa cantidad de dinero era importante para alguien como ella. El empleado de la tienda, sin más, le dijo que ese modelo de plancha se había agotado, y que le diera el cupón porque ya no servía. La señora se agachó un poco y vio su cupón inservible, seguramente sintiendo lo banal que había sido su esfuerzo y la desfortuna de no contar con una plancha eléctrica en su casa. Tal vez también pensó que para cuando hubiera otra oferta ella ya no tendría el dinero, pues siempre hay un mejor uso para éste. Mi mamá se acercó y le pidió el cupón, lo revisó y notó que no tenía fecha de caducidad ni ninguna otra limitante. Le dijo al dependiente que debía darle su plancha a la señora, el muchacho se limitó a decir que ya no había de esas planchas. Mi mamá le preguntó cuándo llegarían más, y él dijo que no sabía, que no sabía si las volverían a tener. Contó, que terminó hablando con el gerente, y consiguió que a la señora le dieran una plancha de otro modelo pero con el mismo precio.

Siempre que recuerdo esta historia sé de dónde viene mi necesidad de corregir estas pequeñas injusticias, aunque creo que nunca he logrado algo como lo que hizo mi mamá ese día.

viernes, noviembre 18, 2005

En una librería

Abro un libro con desgano, un libro cualquiera en una librería cualquiera. La portada no me llama la atención lo suficiente y como quiera lo abro. Lo dejo y sigo a otro libro. Los libros en las mesas son los que más se venden, o los que quieren que se vendan más. Leo los títulos.

¿Qué hago esperando a alguien que me dejó? ¿Para qué lo quiero ver? ¿Por qué acepté verlo? ¿De veras gano algo sabiendo que aún me necesita? Además es absurdo que venga a decir que aún me quiere, no puede utilizar el "aún" porque hubo un tiempo en que no me quiso. Pasaron días y meses que se convirtieron en años en que no supimos el uno del otro. ¿Ahora mágicamente podemos volver? ¿Había una propuesta en su iniciativa de vernos?

Regreso a los estantes, todos los títulos de las mesas me parecen inútiles. Nunca fue puntual. Cuando estuvimos juntos a mí no me gustaba llegar tarde, no quería desperdiciar un sólo segundo del tiempo que pudiéramos estar juntos. A él yo creo que a veces no le importaba, porque se entretenía en cosas superfluas. El decía que a él no le importaba esperarme, claro que rara vez lo hizo.

¿Habrá algo que platicar con él? El paso del tiempo ha ido borrando los recuerdos, buenos y malos. Al principio era doloroso recordar, las cosas buenas porque ya no lo tenía, las malas porque me confirmaba que ya no debíamos estar juntos. Durante meses hubiera querido que me borraran todos los recuerdos como en "Eternal Sunshine of the Spotless Mind", pero me daba miedo pensar en lo que pasaría con los recuerdos asociados a los recuerdos de él. Fueron muchos años juntos, no podía deshacerme de tanta vida. Lo consideraba como si realmente pudiera suceder, además pensando en el final de la película en que se reencuentran, pensé que era mejor acordarme, para no volverlo a amar.

Los recuerdos diurnos se fueron extinguiendo, pero él comenzó a aparecer insistentemente en mis sueños para hacerme enojar. Siempre le reprochaba una cosa o le recriminaba otra. Amanecía enojada, con la misma sensación de tantas veces de que no me escuchaba y me mentía. Luego quedó un nombre hueco, sin contenido y al final, acabé por olvidar su nombre, ya no era parte de mi vocabulario.

Hoy cuando oí su voz, me llegó una masa amorfa de recuerdos. Era una bola de colores. Tomé una punta tratando de desenmarañarla, como lo hice tantas veces con estambres, pero tomaba uno que empezaba con risas verdes y se convertía en llanto rojo. Tomaba otra punta negra en que caminábamos por un puerto de noche y se convertía en un sol amarillo cegador. No había continuidad, no lograba armar un sólo recuerdo. Dejé de intentarlo. Lo mismo debo hacer con la idea de verlo. Durante meses deseé que me pidiera volver, luego fantaseé que me dijera que le dolía mucho no tenerme y poderle decir que era demasiado tarde. Acepté verlo por sentir que yo ganaba.

Veo mi reloj y me apuro a la puerta, me da gusto que no sea puntual. Camino en dirección contraria de donde me imagino vendrá. Navego con el viento a mi espalda, las velas se hinchan de aire y tomo una velocidad deliciosa.

sábado, noviembre 12, 2005

De mañana otra vez

Diario despierto pensando que el café ya está listo. Salgo de ese sueño entrecortado y ligero en el que duermo sin descanso para encontrarme que no hay nada en el ambiente de ese olor en que se envolvía la casa por las mañanas.

Por lo general mi marido se levantaba primero, recogía el periódico, y ponía el café. Desde la cama, en la que aún se sentía su calor, me llegaba el olor que me decía que me esperaba en la cocina con el café caliente y el periódico sobre la mesa.

Había días en que yo no podía dormir y estaba pendiente de la llegada de la moto y el sonido del periódico al caer en la terraza. En ese momento me levantaba. Esos días era yo la que esperaba a en la cocina.

- ¡Ah qué mi Gordis!, otra vez no pudiste dormir. ¿Todavía hay café? -me preguntaba al entrar.
- Sí Flaco, acabo de poner una segunda jarra. –El siempre se levantaba a la misma hora, que coincidía con una segunda puesta.

Diario, en el instante en que despierto busco el olor del café y al estirar mi pierna encuentro frío el otro lado de la cama. No tengo ganas de levantarme a encontrar la cocina vacía.

En recuerdo de mi tío Raúl, a un año de su muerte.

viernes, noviembre 11, 2005

Viento

Entre palabras certeras y sensaciones difusas, prefieres las primeras. Las palabras las oyes y por eso crees que son reales. Las sensaciones se extravían o las silencias. Prefieres oír que el amor es real y para siempre. Le das realidad a las palabras y cuando éstas no reflejan la realidad, te cuesta creerlo: tienes palabras para demostrarlo. ¿O tenías?

Entonces te metes en una bolsa de plástico, gruesa y oscura, de las que se usan para basura, así te sientes: basura. No puedes ver nada hacia afuera y el aire se va enrareciendo, pero ahí estás a gusto, o suficientemente comoda. Lejos de palabras que no son y de realidades que cambiaron.

Un día, te das cuenta que el oxígeno se está acabando y le haces un hoyito a la bolsa. Pero junto con el aire entran algunas voces que te dan risas, y unos rayos de sol en forma de abrazos. Otro día abres otro hoyo, y entra una estrella que dice viene a escucharte. De repente, sin que te des cuenta se abren hoyos solos, por uno entra el sonido de las chicharras en la noche y por otro llega el olor de la hierba y la montaña. Un día abres un hoyo grande y sacas el pie derecho y lo sumerges en la arena mojada y la sientes tan agradable que abres otro para el izquierdo y te vas caminando por la playa y te metes al mar. Pero al regresar, coses esos hoyos apresuradamente y alguos otros porque insistes en sentirte mal.

Luego, una mañana, sin ninguna razón despiertas y te quitas la bolsa y sientes como el viento te sopla en la cara y te da un regalo. No necesitas más bolsas que te protejan. Afuera no hay nada que te haga tanto daño como para matarte. En cambio dentro de la bolsa el odio acabará asfixiadote.

Lo único que necesitas es tener la certeza incierta, como son todas las certezas, que los regalos que trae el viento son para que te rías y te revuelques en el pasto recién cortado. Y no importa que la piel te arda en la noche, porque no hay nada como el olor del pasto en tu ropa y en tu piel. Y porque no importa el dolor con tal de tener el viento y sus palabras.

miércoles, noviembre 09, 2005

Ventajas de estar sola y no estar enamorada

  1. No tienes que avisarle a nadie dónde andas o a dónde vas.

  2. No tienes que preocuparte de si se te hace tarde.

  3. Tienes la cama para ti sola y puedes escoger las sábanas que más te gusten.

  4. Puedes ponerte cualquier pijama vieja para dormir.

  5. Puedes cambiar de planes en cualquier momento del día, de la noche, del mes o del año (por aquello de los planes de fiestas como Navidad).

  6. Puedes planear viajes sin considerar las vacaciones de él.

  7. No tienes que consultar antes de aceptar una invitación.

  8. Puedes decidir qué comer y a qué hora comer diario. Lo mismo con la cena y el desayuno.

  9. Si planeas una cena puedes invitar a quien te dé la gana, incluyendo a tu amiga que no le caía bien a él.

  10. No tienes que aguantar a sus amigos insoportables, ni tampoco al gordo que siempre que se emborrachaba te quería tocar la pierna.

  11. No tienes que dar ninguna explicación de por qué quieres hacer algo o porqué no lo quieres hacer.

  12. Puedes escoger puras chick-flicks para ver el viernes por la noche.

  13. No te  tienes que bañar en todo el día, o en todo el fin de semana. Ni tampoco peinar.

  14. Nadie se toma la última taza del café y te pone en la disyuntiva de tener que poner otra jarra o quedarte con ese huequito de un último trago.

  15. No tienes a nadie a quien añorar.

  16. Puedes hablarle al electricista o al plomero desde el principio, y no tienes que esperar a que él tenga tiempo de revisar el problema, pasen días o semanas en que compre lo que se requiere para arreglarlo, lo trate de arreglar y lo empeore, o acabe desistiendo y te diga que le hables al maistro porque él no tiene tiempo.

  17. Tienes el control del  control remoto siempre.

  18. Puedes ver el final de la misma película cada vez que la pasan en la tele.

  19. No tienes que ver pedazos de noticieros, programas y películas. Y tampoco tienes que quedarte con la duda de lo que dijeron, porque justo le cambió al canal cuando estaban por decir lo que querías oír.

  20. No tienes que oír críticas sobre amigos y familiares. Tampoco tienes que oír críticas de ellos sobre él.

  21. No tienes que ponerte el mismo vestido azul que tanto le gusta a él cada vez que salen. Tampoco tienes que ponerte faldas cuando hace frío.

  22. Puedes volver a cocinar con picante.

  23. Nada más tienes que hacer un solo sandwich cuando estás cansada.

  24. No tienes que oír críticas de cómo te equivocaste por no pedir su opinión, cuando sí lo hiciste y te contestó cualquier cosa porque estaba pensando en otra cosa.

  25. Sabes todo lo que hay en la alacena. También sabes que no hay cosas que no tienen que estar ahí.

  26. Nadie prende la luz en la madrugada porque no puede dormir o porque lo estaba picando un mosco o porque oyó un ruido.

  27. No tienes que discutir si el papel del baño está al revés de como debe estar, siempre está como te gusta a ti.

Claro, que hay días que te tienes que poner a pensar en un montón de razones por las que te da gusto estar sola.

martes, noviembre 08, 2005

Días que terminan

Días que se escapan, que se los lleva el trabajo.

Las noches a veces son tan cortas. Llego de trabajar con la energía disminuida, por lo que el hacer algo para cenar y de pasada alzar un poco la casa, acaban con lo poco que quedaba de ella.

Me gusta que oscurezca temprano, siento como que la noche es más larga y me pertenece.

jueves, noviembre 03, 2005

Estoy corriendo porque...


Los que viven en la Ciudad de México, seguro han visto la publicidad de la carrera de Nike que será este próximo domingo. La publicidad está basada en la frase del título de este escrito, y la completan con todo tipo de razones. Algunas que me divierten son:

  • El que se llevó a mi marido, me lo quiere devolver.
  • A las 11 dejan de vender cerveza.
  • Quiero alcanzar a mi ego.
  • Se me hace tarde.
Decidí inscribirme en la carrera de 5k. Al hacerlo había que llenar un formulario, y por supuesto dar una razón. La mía fue: para que me sigan diciendo que me veo de 35 aunque tengo 46. Claro que cuando le conté a una amiga, me dijo que no exagerara...

Hoy por la mañana que me levanté a correr me vinieron algunas razones más a la mente. Sobre todo porque eso de correr a veces parece que no tiene sentido.

  • Creo que soy un poco masoquista.
  • A mi perra le gusta correr,  y ella es la que me lleva.
  • Me gusta ver el amanecer mientras corro.
  • Quiero ganarle la carrera a la osteoporosis.
  • Quiero un día correr 10k.
  • Me da energía durante el día.
  • Me gusta como me siento después de correr.
  • Estoy preparando mi corazón para mi siguiente amor.
  • Es la mejor dieta: así no tengo que dejar de comer nada.
  • Haruki Murakami también corre.