miércoles, agosto 31, 2005

Lo que no queremos ver

Después de leer Tu rostro mañana I: Fiebre y lanza, de Javier Marías, me quedó dando vueltas una frase: “¿Cómo puedo no conocer hoy tu rostro mañana, el que ya está o se fragua bajo la cara que enseñas o bajo la careta que llevas, y que me mostrarás tan solo cuando no lo espere?”

Estoy convencida de que no vemos lo que no queremos ver. Con todo, me sigue sorprendiendo el descubrir algo inesperado, o peor, ser sujeto (no víctima, no me gusta ser víctima de nada) de una actitud o una acción que no esperaba de alguien querido o cercano. Lo cierto es que podemos no esperar algo, pero en el fondo sabemos de lo que son capaces las personas.

El otro día vi la película “What the Bleep Do We Know” en que contaron una leyenda de cuando las primeras carabelas llegaron a América. Según decían, los nativos no vieron los barcos inicalmente porque nunca habían visto uno y no sabían de su existenecia. El chamán fue el primero en verlos, y los pudo descubrir porque detectó un movimiento extraño en el mar y de ahí los pudo “crear” en su mente. Como él era una figura influyente en la sociedad, pudo transmitir este conocimiento para que todos los pudieran distinguir. Esta leyenda me parece un poco exagerada, pero es cierto que muchas veces no percibimos lo que no estamos preparados para ver o lo que no queremos ver

A todos nos ha pasado el entrar a un lugar y no reparar en un conocido que está enfrente de nosotros, el no ver una escultura que está justo al lado de un cuadro que sí vimos, o nunca haber visto un restaurante o tienda o lo que sea, justo al lado de un local que frecuentamos. Vemos lo que nos interesa, lo que estamos educados para ver. Y esto también sucede cuando interactuamos con personas.

En realidad vemos todo, pero sólo tomamos la parte que queremos o nos conviene. Muchas veces en retrospectiva advertimos actitudes, silencios, temores, miradas, suspiros, que no notamos en el momento, o de los que no quisimos enterarnos.

Quizas no vemos por simple negación (si es que la negación puede ser tan simple). Nos hacemos locos, porque percibimos algo y lo desechamos en el mismo momento. No lo olvidamos, sólo lo escondemos. Y después, cuando algo sucede que no esperábamos, o no queríamos esperar, van apareciendo esos momentos. Distinguimos lo que no observamos, oímos lo que no escuchamos, reconocemos lo que no quisimos saber.

Tal vez el no ver es por no enfrentarnos a situaciones para las que no estamos listos, o porque preferimos extender las relaciones, o simplemente porque tenemos esperanza de que no suceda lo que no queremos que pase.

lunes, agosto 29, 2005

Domingo por la noche

No quiero que termine el fin de semana. Me parece que si me quedo despierta lo puedo prolongar.

sábado, agosto 27, 2005

Hoy estuve en Gandhi

Recorrí los pasillos: mesas y estantes llenos libros de autores de los que jamás he oído. Pienso que para llegar ahí ya tuvieron que pasar tantos filtros, y aún así, muchos no serán leídos. Y aún así tanta gente sigue escribiendo, o debía decir, tantos seguimos escribiendo.

jueves, agosto 25, 2005

El mismo día

Cómo quisiera encontrarte nuevamente, en algún lugar del día. Sé que no andas por los sitios donde yo ando, nos tardamos años en coincidir.

Ahora tu recorres calles de otros países y ves otras montañas. Yo me quedé viendo el mismo cielo contaminado. Cuando vuelvas, si es que vuelves, yo no te estaré esperando, porque no tenemos un futuro, sólo tuvimos un presente, no hubo promesas. Así deben ser las relaciones: sin promesas, sin futuro. Me tardé en darme cuenta.

Y si el tiempo no es lineal como dicen algunos, entonces el presente se repite.

Quiero volverte a ver pero no cualquier día, no existen otros días. Quiero verte el mismo día: no hay futuro, no hubo pasado, sólo ese presente que existe en algún lugar que desconozco.

Y si el tiempo no es lineal es sólo cuestión de encontrar el lugar donde está ese presente.

miércoles, agosto 24, 2005

¿Error de diseño?

Despierto a una mañana de lluvia, después de otra noche de dormir mal. Tengo mucho sueño y no pude dormir más. Traté de arrullarme con la lluvia, concentrarme en el sonido para no pensar en nada. Busqué un lugar fresco para mis pies al mismo tiempo que me acurrucaba en las colchas tibias. Acabé levantándome.

Sigo creyendo que esto de dormir es un mecanismo imperfecto de nuestra constitución. La capacidad de dormir no está relacionada con el cansancio, ni con el sueño, ni con los bostezos. Quien sabe dónde está, tal vez en una parte del cerebro o del inconsciente. Lo cierto es que no tenemos un acceso directo para lograr dormir.

Puedes tener sueño, estar en un lugar agradable y cómodo y no dormir. Puedes estar en un camión o en un piso duro y te duermes. A veces entre más cansado estás menos puedes dormir. Es tan absurdo como decir que entre más hambre tienes, menos puedes comer. Sucede en ocasiones, que cuando tienes mucha hambre comes tan rápido que acabas comiendo poco, pero comes.

Mis peores insomnios son en noches de agotamiento, agotamiento físico o mental, da lo mismo. Es cuando más deseo desconectarme mentalmente o relajarme físicamente, y menos puedo. Me quedo sin moverme, no quiero estirarme a tomar el libro en el buró ni el control remoto para prender la tele. Tengo el cuerpo pesado, me duelen todos los músculos. Acabo con los ojos abiertos viendo la oscuridad y dándole vueltas a los pensamientos.

A veces creo que el insomnio viene de la incapacidad de completar un pensamiento. De tener la cabeza llena de ideas incompletas. Hay noches en las que se forma un conglomerado de ideas y sensaciones. Trato de distinguir una, de asirla, pero no lo logro. Estoy convencida que de conseguirlo, podría dormir, pero en las noches los pensamientos se esfuman, se escurren, tienen una consistencia diferente. Otras noches tengo una idea obsesiva, de la cual no logro salir. Le doy vueltas y vueltas y sigo donde mismo, atorada en un pensamiento sin llegar a nada, hundiéndome en él.

Cuando oigo que somos seres perfectos, con mecanismos que se autorregulan y quien sabe cuántas cosas, pienso que se les olvida que en esto de dormir somos más bien imperfectos: ¿un error de diseño?, ¿una mala broma?, ¿un acto deliberado?

martes, agosto 23, 2005

Zambullida

Mucha gente sabe que escribo, otros no lo saben. Casi nunca dejo que me lean. Al ver estos espacios, blogs, que les llaman, y cómo tantos comparten sus escritos, decidí abrirme uno.

Tiendo a editarme mucho. A veces me edito antes de escribir, de ahí que empecé a hacer sólo "escritura libre". Me sirve para no editarme, pero nunca termino nada. Ahora quiero exigirme el completar escritos, aunque no sea algo que se pueda llamar cuento o ensayo, no importa que no tenga nombre, pero que me exiga terminar.

Recuerdo las tardes después de un día de velear, anclabamos y me tiraba al mar frío, sin pensarlo. Algunas veces traté de bajar por la escalera y sentir el agua fría, de a poquito. No se puede, o por lo menos yo no puedo. Así me tiro ahora: cierro los ojos y me tapo la nariz con la mano. A ver dónde caigo.