Me estoy preparando para dormir cuando se va la luz. Por la ventana del baño entra la poca luminosidad de la noche. No es suficiente para encontrar el cepillo de dientes. Cierro los ojos para ver mejor.
Esta tarde fui a una obra de teatro para ciegos. Los que no lo somos nos ponemos un antifaz antes de entrar a la sala. Hay que cerrar los ojos para no ver nada, ni la luz que entra por abajo del antifaz. Luego pones las dos manos en los hombros de la persona de adelante para caminar. Los movimientos de los hombros te guián hacia arriba, hacia abajo o al dar vuelta. Al principio empiezas a arrastrar los pies, ponen música y te dicen que marches al ritmo. Pierdes el miedo, marchas, te metes en la música, en el ambiente del circo que es donde transcurre la obra. Después de varias vueltas a ciegas, te indican: suelta al de adelante, hacia la derecha está la pista, hacia la izquierda tu asiento, búscalo suavemente para no provocar un efecto dominó.
Te sientas. El oido se agudiza para sustituir la vista: todos los sonidos son estridentes. Huele a palomitas, pasan ofreciendo golosinas como si estuvieras en el circo y te sirven un poco de palomitas en las manos. También hay que estimular el sentido del gusto.
En la obra son cuatro personajes: Supermacho (el dueño del circo y levantador de pesas), Campanita (la enana del circo que está enamorada de Supermacho), Edipo (el trapecista huérfano), Carcajada (el payaso poeta, abandonado por su mujer).
Conforme transcurre la obra aprendes a “ver” mejor sin ojos, sigues las voces de los actores que se pasean por el escenario. Después de un rato lo estridente de los sonidos se sustituye por sensibilidad. La música del cello penetra por la piel, como también los olores de flores y hierbas. Usan los cuatro elementos: fuego, agua, viento, tierra; los actores pasan y te tocan, hacen vibrar el piso, te vuelves más suceptible y más receptivo a todo los sentidos que te estimulan.
Se tejen las historias con la tuya propia, la obra de teatro te sensibiliza para ver más allá de los ojos: te hace sentir que la peor limitante no es física sino mental y emocional. Está más limitado quien no desea sentir.
Ahora, al cerrar los ojos veo mejor. Sigo sensible a mi entorno. Encuentro el cepillo de dientes, le pongo la pasta y me cepillo todavía con los ojos cerrados. Salgo del baño, apago las luces que estaban prendidas para cuando vuelva la luz. Camino a la cama, me acuesto y apago la lámpará de buró. Entonces abro los ojos a la oscuridad de la noche.
PD Si les interesa la obra el teléfono del teatro es 55255901.
lunes, marzo 10, 2008
La casa de los deseos
Publicadas por Tramontana a la/s 11:39
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10 comentarios:
El teatro y su magia... nunca me dejará sorprender... me lleva a desear, a soñar, a tejer mi propia historia... me hace cómplice de las historias contadas, de las que no se cuentan como las de las personas que están a mi lado. Me hace pensar, me hace sentir... me hace inventar y reinventarme como ser humano.
*de sorprender...
*SIGH*
Hoy, después de leer este post, estoy más segura que nunca de que el teatro es magia.
Me gusto cuando vemos por los ojos de la piel.
imagino que es mas o menos como las viejas radionovelas...te lo tenias que imaginar todo
wow...que interesante, una vez en un taller hicimos la caminata en el bosque de noche, nadie se lastimó, todos caminabamos usando nuestros otros sentidos en pleno bosque..es solo cuestión de entrenamiento, cosas que vamos perdiendo..que divertida noche la tuya...
he vivido la experiencia...aqui en monterrey estuvo mas de un año presentandose un.. como le diré? pues un evento que se llamaba dialogo en la oscuridad, y su finalidad es exactamente la misma que el circo al que fuiste, que vivieras un poco de loqeu viven los invidentes, entrabas a un lugar completamente a oscuras, aqui no traiamos antifaz, nos dieron un bastón para ciego, y no podias agarrar al de adelante, aqui tenias que apoyarte del bastón y de un barandal, durante el recorrido estabamos algunas veces pegados a la pared, pero llegabas a ciertos lugares como por ejemplo un super mercado..era una representacion super padre, la diferencia era que tenias que identificar las frutas, las verdudas y todo lo demás con el olfato y con el tacto, habia hasta caja registradora, de ahi nos llevaron a un bosque, se escuchaba el ruido de los pajaros, del agua, y sentias las plantas, la tierra, despues nos llevaron hacia un rio, nos subieron a una lancha, lo más interesante fue cuando nos trasladaron hacia un espacio que estaba ambientado como si fuera una calle, con carros, semáforos, las rejas de las casas, bicicletas, todo, y tenias que tener cuidado al cruzar la calle, ya por ultimo llegamos a un restaurant, nos ofrecian cosas para comer y lo dificil fue encontrar el billete adecuado para pagar, y despues contar la feria... sales super sensibilizado y pensando en que la proxima vez que veas a un ciego en la calle, sin duda los vas a ayudar.
muy padre la experiencia Silvia, por cierto, soñé contigo.
Muy inspirador tu relato de la obra de teatro; tendríamos que aprender a ver más allá de lo que nos permiten nuestros ojos. Como dice el principito, "sólo con el corazón se puede ver, lo esencial resulta invisible para los ojos..."
Besos
Qué fuerte y qué bonito. Sin obra de teatro, pero también he vivido eso de vendarse los ojos... y confiar... y ver más allá de lo que no ves.
Me gusto aquello de las limitaciones fisicas...
Voy a caminar con los ojos cerrados a ver que se siente....
Un beso
Tramontana,
muy interesante tu relato. Practicamente ciega de los hechos, yo que no estuve en la representación teatral, me sentí inmersa, al leerte.... o podría decir al escucharte?
Un saludo.
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