sábado, julio 12, 2008

Del frío interno

Despertó creyendo que había dormido sólo cinco minutos. Vio el reloj y se dio cuenta que había dormido cuando menos una hora.

Sintió las sábanas heladas y un dolor en los huesos. Se preguntó a qué hora se coló ese frío en una noche de verano. No quería moverse, sintió el cuerpo pesado. Tiene que levantarse, sabe que necesitaba abrigarse y apagar el ventilador. Se recuesta sobre su costado derecho y se para jalando las piernas hacia el piso.

Se pone el pantalón de su pijama y el chaleco que usa para andar en la casa, sube el ziper hasta el cuello. Saca calcetas y las coloca en sus pies. A ella le gusta dormir con los pies desnudos aún en invierno y sacarlos de las cobijas hasta que se enfrían. Pero en noches como ésta necesita cubrirlos.

Conocea perfectamente estos episodios de frío interno. No sabe de dónde vienen ni qué los provoca, afortunadamente aprendió a resolverlos en el plano físico. Siempre ha querido encontrar el origen de ellos, se imagina está arraigado en algún lugar oscuro.

Bien abrigada se mete a la cama de nuevo y se envuelve en las cobijas. Tiembla por dentro. Quiere recordar la primera vez que tuvo esta sensación. Una vez más trata de pensar si estaban ligados a situaciones específicas. Recuerda que una vez sucedió después de un pleito con su pareja, aunque normalemente son como hoy: en un día cualquiera en que no ha pasado nada especial ni diferente.

Al principio pensó que tenían que ver con la temperatura exterior, con el tiempo supo que no. Por eso comenzó a llamarlo frío interno. Los episodios comienzan como un malestar indescriptible que se convierte en un viento, el cual se infiltra por dentro de los huesos y se instala provocando un malestar físico.

Sudar es la única solución que conoce. Subir la temperatura del cuerpo, sudar y seguir subiendo la temperatura. Así es como logra que se disipe el frío y los huesos se vayan entibiando. Después de unas horas de calor los musculos se distienden poco a poco y el malestar desaparece.

Tal vez sucede como presagio de algo que vendrá, tal vez por algo que no se ha resuelto. Lo cierto es que no puede definir nada concreto. Lo cierto es que es un frío que llena su cuerpo por unas horas y duele.

Despertó sudando y con la sensación de haber superado ese frío interno una vez más.

8 comentarios:

Eleafar Cananita dijo...

pues lo voy a dejar en mistica para que asi no te enfades conmigo. llamemosle ritualismo entre el cuerpo y el espiritu.

PD: esto solo si el espiritu existe y si el cuerpo de verdad tiene voto.

Anónimo dijo...

Demasiado largo, y de un contenido un poco absurdo ...

jajaja

Mond dijo...

Quizás no se trate de entender de dónde viene o por qué sucede... quizás ella sólo necesita sentirlo de vez en vez.

NuNu dijo...

Que seria del calor sin el frio?
Que serian de sus huesos sin las sensaciones?

Maravilloso texto.....


Un abrazo, claro a los huesos del escritor....

dijo...

Desde mi perspectiva, la temperatura del cuerpo a veces no coincide con la del ambiente. El frío interno yo lo entiendo como presagios, como algo que viene.. igual puede ser una visita que un viaje; un nuevo negocio o una nueva aventura.

Mientras averiguamos que es, taparnos bien es una buena solución.

La Blu dijo...

es verdad, hay fríos que se cuelan entre pecho y espalda y tardan en salir.

Sudar es la única forma que conozco para que desaparezcan.

¡Ah! y un abrazo.

Te lo mando.

Pillo dijo...

Asì llega a veces el viento y nos susurra cosas, el cuerpo las escucha primero y ya luego podemos percibir sus palabras...si es importante lo descifraràs si no solo es que necesitas calcetines...o un abrazo, te dejo el mio, as always...

Karen dijo...

Entiendo la sensación, es difícil de explicar, pero no me gusta.