Tiendo la cama ya sin sábanas. Coloco la colcha y encima la cubrecama que doblo para poner las almohadas ya sin fundas y cubrirlas dandole la vuelta. Al hacerlo pienso en mi hermana preparando esta cama para mí hace sólo 5 días. Y es como si este simple acto cotidiano encerrara el tiempo que estuve aquí.
Las mañanas son mi momento favorito: sentarnos en la mesa roja de la cocina para tomar el café de la mañana. Un café que yo me hago en una cafetera de prensa francesa individual mientras que mi hermana toma uno hecho en cafetera eléctrica. Hasta el grano es diferente, compró uno especial para mí, ella usa uno de lata para el suyo. Días de paseo, teatro, cine, compras, comer, pero sobre todo de sentirme cuidada por mi hermana y mi cuñado.
Al tender la cama empiezo a extrañar pues sé que pasarán varios meses antes de que volvamos a tomar café juntas y que platiquemos frente a frente. Días efímeros que sin embargo me llevo de regreso conmigo.
viernes, octubre 06, 2006
Wisconsin
Publicadas por Tramontana a la/s 07:48
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6 comentarios:
Pocas cosas tan ricas hay como sentarte a platicar horas con tu hermana, sobre todo cuando viven lejos.
Una hermana no tiene que ser de sangre, puede ser de vida y es la misma sensación.
ay! me recuerdas las dos semanas que pasé en casa de mi hijo en Boston, sniff.
Salieron lágrimas de mis ojos. Me hiciste pensar en mis hermanas y en "mis hermanas". Las imagino perfecto y me da muchísimo gusto que hayas podido tener esta experiencia. Te quiero...
a mí me parten esas despedidas...
Por suerte tengo a todos mis seres queridos muy cerquita y no puedo sentirme identificado en ese aspecto...pero generalmente eres consciente de lo que cualquiera sentiría ante cualquier situación futura que aún no ha ocurrido...tú has expresado a la perfección lo que es echar de menos a alguien por culpa de la distancia...
Como hija única te diré que seguro que es fabuloso tener una hermana, aunque sea de vez en cuando... Eres afortunada, aún en la despedida.
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