Entre palabras certeras y sensaciones difusas, prefieres las primeras. Las palabras las oyes y por eso crees que son reales. Las sensaciones se extravían o las silencias. Prefieres oír que el amor es real y para siempre. Le das realidad a las palabras y cuando éstas no reflejan la realidad, te cuesta creerlo: tienes palabras para demostrarlo. ¿O tenías?
Entonces te metes en una bolsa de plástico, gruesa y oscura, de las que se usan para basura, así te sientes: basura. No puedes ver nada hacia afuera y el aire se va enrareciendo, pero ahí estás a gusto, o suficientemente comoda. Lejos de palabras que no son y de realidades que cambiaron.
Un día, te das cuenta que el oxígeno se está acabando y le haces un hoyito a la bolsa. Pero junto con el aire entran algunas voces que te dan risas, y unos rayos de sol en forma de abrazos. Otro día abres otro hoyo, y entra una estrella que dice viene a escucharte. De repente, sin que te des cuenta se abren hoyos solos, por uno entra el sonido de las chicharras en la noche y por otro llega el olor de la hierba y la montaña. Un día abres un hoyo grande y sacas el pie derecho y lo sumerges en la arena mojada y la sientes tan agradable que abres otro para el izquierdo y te vas caminando por la playa y te metes al mar. Pero al regresar, coses esos hoyos apresuradamente y alguos otros porque insistes en sentirte mal.
Luego, una mañana, sin ninguna razón despiertas y te quitas la bolsa y sientes como el viento te sopla en la cara y te da un regalo. No necesitas más bolsas que te protejan. Afuera no hay nada que te haga tanto daño como para matarte. En cambio dentro de la bolsa el odio acabará asfixiadote.
Lo único que necesitas es tener la certeza incierta, como son todas las certezas, que los regalos que trae el viento son para que te rías y te revuelques en el pasto recién cortado. Y no importa que la piel te arda en la noche, porque no hay nada como el olor del pasto en tu ropa y en tu piel. Y porque no importa el dolor con tal de tener el viento y sus palabras.
viernes, noviembre 11, 2005
Viento
Publicadas por Tramontana a la/s 14:03
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5 comentarios:
¿Quién te quita lo bailado?
Hermoso Tramontana, y muy cierto.
Besos!
Alabado séa el señor!
Supongo que, en estos momentos, la mariposa, estará bailando en el viento. El ovillo ya debería ser historia.
Estoy de acuerdo con Neomí: no estamos hechos para ocultarnos ante la vida. Por muy oscuro que veas el cielo, hemos de tener siempre presente, que tras esos muchos negros nubarrones, siempre brilla el sol.
Un hermosa reflexión, Tramontana.
Besos
Eso no suena a bolsa de basura, parece bolsa de esas para transportar cadáveres. Leyéndolo de esa manera me impresiona mucho más.
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