Tengo varios días tratando de escribir algo para publicar. Retomé algunas historias que ya había empezado, comencé otras, pero ninguna me convencía. Hasta que me di cuenta que es el crítico interno el que no me dejaba en paz.
Tengo un crítico muy latoso, y entre más tiempo pasa sin que escriba, más se va aprovechando para no dejarme escribir. Algunas veces apenas si lo escucho murmurar, otras lo ignoro o lo silencio rápidamente, pero conforme pasan los días su voz se va haciendo más y más fuerte y su voluntad va adquiriendo influencia sobre la mía.
Hay días en que también se me aparece físicamente.Parece un hombre inofensivo, usa un sombrero café ligeramente ladeado hacia la izquierda, pero tiene una media sonrisa que me aleja de la computadora. Su voz, algo gangosa, me dice que nada de lo que escribo vale la pena, que no tengo nada importante que decir, y que no tengo ni una forma divertida ni interesante para decirlo.
Cada vez que me siento a escribir, empieza a hablar, a veces a gritar, de tal forma que no logro oírme a mi misma. A veces es tan latoso que ni siquiera me permite comenzar a escribir, me hace sentir que no tiene ni sentido el esfuerzo de hacerlo.
Tengo que aprovechar los ratos en que se distrae, como ahora, para escribir. No importa qué escriba, lo importante es que logre burlar su autoridad para que luego pueda seguir escribiendo.
Voy sintiendo que me asfixio si no escribo, eso es lo que el crítico quiere: matarme. Afortunadamente hoy me le escapé, escribí estas líneas y ahora mismo las publico.
Trataré de no dejar que regrese para volver a publicar pronto.
sábado, mayo 06, 2006
El crítico interior
Publicadas por Tramontana a la/s 16:04
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8 comentarios:
Bah! querida!
Yo escribo puras pendejadas y me vale sombrilla! Al que no le guste que no entre al blog.
Un besito!!
(¿Cuándo?)
Y eso que no conoces al mìo... ese si es un hijoeputa...
Pero rato de no hacerle caso.
Conoces a los "hombres de gris" de Momo? Tu critico es algo asi, ellos nos intentan robar el tiempo y el tuyo te roba la inspiracion... si no lo has hecho, te recomiendo que leas Momo para que veas cómo se puede resolver... es cuestion de usar nuestros sueños, nuestra imaginación y nuestra magia...
Es un alivio que hayas podido escapar de él, que no te lo hayas econtrado en los pasillos, es un inquilino fastidioso pero que tenemos que ver a diario y, lo peor, saludarlo.
Lástima que no podamos correrlo, es el único que nunca nos alimenta el ego y nos da tanta lata.
Pero si regresa dale la cara Tramontana, invítalo a salir contigo a correr.
Seguro que con el aire, con el cielo como testigo, se hacen amigos, pero no tanto, para que se atreva a decirte lo que no considere correcto, claro, sin ser autoritario y mucho menos intolerante.
Un saludo, un gusto volver a leerte, así que esa era la razón.
El mío se presenta todo el tiempo, pero aprendí a verlo como una imagen en el espejo, como una sombra o fantasma.
Decidí que saber de su presencia, tenerla en cuenta... Sin embargo, aprendí que lo importante es cómo me siento al escribir. Cualquier texto es perfectible, pero nunca llegaría a la perfección. Tales cosas no existen. Y al final de cuentas, la calidad de lo escrito así como el mensaje que puedas o no transmitir, es algo de carácter totalmente subjetivo.
Linda, let it be. No importa cuantas palabras sean, ni que estilo tengas. Importa que las dejes salir, y le des la vida que se merecen a través de tí.
Luego, esas mismas palabras te dirán a tí lo que no sabías antes. Pruébalo! Adelante!
Te lo dice alguien cuyo 80% de sus escritos terminó en la basura durante muchos años.
Como diría el perrillo, tienes que dejar madurar el texto a su porpio ritmo. Algún día el crítico interno baja la guardia, y ahí es donde se gesta la magia verdadera que tenías latente.
Perdón por la verborragia. Salió así.
En todo caso, a mí me gusta leerte.
Un abrazo! Portate mal.
Ya nos tenías muy abandonados! Como te decía hace unos días, a mi me gusta mucho lo que esribes =)
Sobre el crítico interior... Lo mejor es estrangularlo entre palabras, siempre negro sobre blanco.
Un saludo
¡Tengo un truco! Bueno, dos: 1. usa una grabadora. Cuando quiera darse cuenta, ya lo tienes medio hecho ;-). Y 2. Ignórale, que no tiene ni idea de lo que dice: "A palabras necias, oidos sordos". Y sigue escribiendo, aunque sea para decirnos, una y otra vez, "hoy no tengo ganas de escribir".
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