miércoles, enero 04, 2006

Ninguno de los dos

No quiero acabar de despertar, siento tu cuerpo tibio al lado del mío y sé que si despierto se esfumará la rudimentaria intimidad que construimos al hacer el amor anoche. La cercanía se deshace fácilmente con cualquier movimiento o gesto, con una sílaba que se pronuncie a destiempo.

Al principio la intimidad se reforzaba con cada palabra y cada silencio por igual. Hasta lo que nos separaba fabricaba nudos que nos iban atando invisiblemente, formando un cuerpo palpable.

Tu respiración a mi lado por la noche, tu mirada por encima de los lentes de lectura cuando te llevaba un té, tu forma de acomodar el sartén para que quedara justo en medio de la llama de la estufa, tu necesidad de besos y abrazos por la mañana, el olor a leña que tiene tu ropa como si dentro de ti estuviera el tronco que se quema y ahúma todo.

Cada gesto se repetía confirmando tu presencia diaria, trenzando hilos delgados que se entrelazaban para hacerlos irrompibles. No nos cansábamos de repetirnos la indestructibilidad del vínculo, no sólo con palabras, también en la cama, me urgías con tus caricias a saberlo, me tomabas con una certeza que perforaba la piel y se infiltraba por la sangre, creando una realidad incuestionable.

No supe en qué momento dejaste de verme cuando te llevaba el té. Tus ojos seguían en tu lectura, si acaso murmurabas un "gracias", una palabra innecesaria porque antes se leía en tus ojos. O tal vez fui yo la que dejé de llevar el té porque ya no necesitaba que tus ojos me descubrieran.

Un día que regresaste del trabajo tarde o yo temprano, la forma de hacer el amor cambió. Decíamos que estábamos cansados, que es la mejor forma de no explicar nada. Luego dejamos de hacer el amor, nos sentábamos a ver la tele con las manos enlazadas, algunos días parecía que un hilo las sostenía juntas. Quisimos pensar que el cansancio se pasaría y volveríamos a sentir como antes.

Buscamos regresar al pasado, queríamos recrear lo que sentimos en lugar de inventar cercanías nuevas, seguros de que lo que hubo se podía repetir. Hoy creo que la historia nos ha hecho permanecer más allá de los tiempos razonables, sin querer aceptar que la relación se acabó. Debimos ser capaces de irnos, sin pleitos, sin reproches, dando las gracias por lo que fue, aceptando que no podremos revivir lo que hubo. Nos empeñamos en buscar las razones, en culparnos, y en tratar de cambiar al otro.

Hay tantos porqués sin contestación que debíamos aprender a aceptarlos: por qué te enamoras de alguien, por qué comienzas a odiar a quien amaste, por qué no puedes amar a quien te ama. Como si de veras hubiera razones para amar. Y si no las hay, cómo las podría haber para desamar. A veces se habla de desilusiones, infidelidades, engaños, todos son explicaciones racionales de lo que no se puede razonar.

Los hilos se fueron rasgando uno a uno, dejando terminaciones nerviosas expuestas. Un día dejaste de acompañarme mientras cocinaba, ya no ponías el sartén en su lugar, la cocción llevaba más tiempo, y tu ausencia hacía que se rompiera un hilo, yo sentía que me había machucado un dedo en la puerta.

Otro día no busqué tus labios antes de levantarme de la cama, y probablemente sentiste como otro hilo se rompía y te producía una languidez en el cuerpo como si te comenzara a dar gripa.

Algunas noches nos buscábamos queriendo recuperar las sensaciones irrecuperables, pero los reproches me cubrían el cuerpo y no me dejaban sentir tus manos, y la indiferencia hacia que mi saliva te supiera amarga. Nada nos preparó para descubrir que nuestros cuerpos ya no reaccionaban igual a las caricias.

Ninguno de los dos quiere pronunciar las palabras o simplemente tomar sus cosas e irse. Hacer el amor anoche fue otra forma de resistencia. En el momento que me mueva o pronuncies una palabra comprobaremos que todas nuestras terminaciones nerviosas están sensibles y la frustración ha empezado a convertirse en violencia pasiva, que es la más destructiva.

La relación la fabricamos los dos, por eso ni tu ni yo nos atrevemos a terminarla.

8 comentarios:

Julio Suárez Anturi dijo...

Qué terrible sensación esa.
No es cierto que uno no se dé cuenta del momento en que todo comienza a desvanecerse. Se siente en las terminaciones nerviosas, como tú dices, Tramontana. Yo lo sentí.
Es una situación que identifica a más de uno.

Pablo Perro dijo...

El tiempo pasa, nos vamos...

y a veces, estoy convencido, el que de esa cotidianeidad surga un amor diferente, es posible.

Lee "Medianoche de amor" de... de... Mournier? Michael Mournier? no sé, dejame checo.

Lutz_saa dijo...

Qué manera de describir la esencia de lo vivido, del olvido. Creo entender algunos de tus pensamientos porque decir que te entiendo completamente sería pretencioso.
He tenido momentos de rotundo amor y éxtasis así como de profunda tristeza y abandono amoroso pero mis episodios no han durado más de uno o dos años, así que no tengo la experiencia, digámoslo así. Soy, o era?, apasionada pero ahora me descubro perezosa para eso del amor, sus circunstancias y sus consecuencias. Será una característica de las cincuentonas o será que soy una cobarde? Bueno, por cuestiones de salud prefiero no averiguarlo y me limito a estremecerme con tus letras. Porfas, no dejes que te abandone la inspiración….Lutz

El "Dulzor de Ostras" dijo...

La vida...

Gracias por visitarme y su comentario.

Tramontana dijo...

Julio: Sí son sensaciones que casi todos hemos sentido de alguna u otra forma.

Noemi: Es cierto, pero yo creo que es bueno terminar cuando no se ve un futuro agradable.

P: Yo también creo que de la cotidianeidad puede surgir un amor diferente por eso decía que no se inventaron cercanías nuevas. Pero no siempre se quiere...

Es Tournier... lo voy a buscar. Gracias por la sugerencia.

Luz: No te vuelvas perezosa para el amor!! Y no uses la edad como pretexto, que hace varios años que andas así y no habías llegado a los 50!!

Dulzor: Gracias a ti por la visita

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho. Creo que la segunda versión es menos... espontánea. Aún no he pasado por esas sensaciones, pero supongo que todo llega. Sigo esperando que una relación me dure más de 4 semanas... Saludos, Tramontana.

Tramontana dijo...

Vive: Espero que la encuentres pronto.

MentesSueltas dijo...

Me gustó la última versión, puesto a elegir.
un abrazo desde Buenos Aires.
MentesSueltas