Hoy salí de trabajar y tomé el metro. En realidad dos metros uno hacia el sur y luego otro hacia el este. Iba con toda la gente que venía de sus trabajos, iban a algún lugar a cenar o salían de la escuela.
Por un instante me sentí parte de la ciudad. Como una ateniense más, tomando el transporte público de regreso a casa. Bajé en Megaro Moussikis y sali a encontrarme con el olor a castañas asadas. No las pude resistir. Me compré una bolsita y me fui bailando a mi “casita” mientras comía castañas y oía a Bebe. No se necesita mucho para ser feliz.
lunes, diciembre 03, 2007
Viviendo en Atenas
Publicadas por Tramontana a la/s 15:47
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6 comentarios:
se me antojaron esas castanias...
y cruzar el océano para reconvenir que se necesita poco para ser feliz... chale contigo, sis, pretextos para irte de pata de perro.
El olor a castañas me recuerda mucho a mi Má, sobre todo en esta época del año. Disfruta el descubrir de un nuevo mundo.
Te extrañamos por acá.
Besitos de la Cidus.
asi es mija, no se necesita mucho, todo está en la azotea.. que ricooo tu día...
Me gusta mucho mezclarme con la gente cuando estoy fuera de casa... sigue disfrutando.
que bonitos recuerdos trae la musica, emociones y alegrías, a veces nostalgia y desamor, pero en fin, un sube y baja de emociones, lo único malo es que todo puede acabar
"LOW BATTERY"
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