miércoles, marzo 08, 2006

La tienda de electrónica

Conocimos a Monsieur Etian en su tienda de aparatos electrónicos para barcos. Veinticinco metros cuadrados llenos de cajas con conectores, tornillos, cables, partes sueltas y alguno que otro aparato entero.

Hablaba con los ojos más que con palabras. Se movía con dificultad y casi siempre con la ayuda de muletas.

Me intimidaba y al mismo tiempo me atraía su aire de lejanía. Cada vez que íbamos a las tiendas del puerto buscaba alguna pregunta para hacerle. A pesar de la dificultad para entender sus palabras francesas masticadas, logramos entender qué tipo de radio de dos vías era el mejor, y que tal vez era mejor comprar un teléfono satelital. También nos explicó de las sondas y los nuevos GPS. Nos vendió una brújula y un soplete de gas.

El piloto automático no funcionaba y un día vino al barco para ayudarnos a hacer el diagnóstico. Antes de que llegara estábamos inquietos de cómo se subiría al barco. Nunca pensamos que eso sería lo más sencillo pues luego se subió al mástil. No dejó que nosotros nos subiéramos, tenía que hacerlo él. Detectamos que el problema era la brújula conectada al piloto automático.

Al terminar nos sentamos en la cubierta a beber un pasits. Nos contó cómo se había caído el avión que piloteaba y que su compañero había perdido la vida. “A mi no me pasó nada”, dijo, pues le parecía que sus limitaciones para caminar eran inexistentes. Pensé que tal vez había sido a raíz del accidente que ponía cierta distancia, tal vez quería evitar el despedirse de más personas.

Quiso regresar al barco a instalar la brújula, pero tenía mucho trabajo y nosotros mucha prisa. Cuando nos atoramos en la instalación nos dio instrucciones por teléfono. Al día siguiente salimos a velear.

Al regresar al puerto era hora de regresar a México y ya solo fuimos a despedirnos. Quedamos de volver el siguiente verano y de invitarlo a velear.

Ya no volví, ni siquiera cuando se vendió el barco. Me quedé con una deuda que nunca podré pagar.

8 comentarios:

Dharma dijo...

Exquisito y nostálgico.

Pablo Perro dijo...

y quien dice que nunca volverás?

Lutz_saa dijo...

Estoy de acuerdo con Dharla y Pablo, el relato es nostálgico pero no se puede aseverar que no volverás. Por qué no vamos juntas en el verano del 2007? Me encantaría conocer a Monsieur Etian, además he prometido a Leonardo llevarlo a Paris, Venecia y Asturias, la tierra de su abuela. Qué tal, reservamos? Hablaremos de esto el fin de semana.

Anónimo dijo...

Regresa, y págale. Y vuelve a respirar ese aire.

Anónimo dijo...

Los recuerdos nos llevan a nuevos puntos de partida, a soñar de nuevo y a crear nuevos recuerdos... por qué no hacer de este recuerdo una nueva meta, ir a saldar deudas viejas, aunque eso sea sólo un pretexto más para volver un poquito al pasado...

Dharma dijo...

Buen viaje!

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

Usted escribe con el sutil sabor de un buen Merot a orillas del lago.

Es bueno leerle.

Todo lo mejor para Usted.

Anónimo dijo...

Onde andaaaaaaaaaaaaaaaassssss