jueves, enero 11, 2007

Au revoir Paris


Voy de regreso a casa. Salí de Paris esta mañana. A las 6:30 caminé cinco minutos en el viento frío para tomar el tren al aeropuerto. El avión despegó a eso de las 11 de la mañana. Mi desayuno fue un pan con chocolate y un café en un café del aeropuerto, que tomé después de documentar y pasar los trámites de migración y revisión que cada vez son más latosos. Ya tengo hambre. Nos dieron una bolsita mínima de cacahuates y un aperitivo. A mi lado viaja una pareja de italianos con sus dos hijas. La mujer está muy divertida con el libro que lee y se carcajea, luego le lee a su esposo pedazos del libro. Desafortunadamente no entiendo suficiente italiano para saber qué es tan gracioso. Espero algo impacientemente mi comida insípida. Son las 12:35, en México las 5:35 de la mañana. Aunque en el avión no hay tiempo, volamos a través de los diferentes meridianos, cambiando de tiempo. Uno se siente ligera volando. Leo un libro que me encontré en el carrito portaequipaje. Se llama “Letters of Abelard and Heloise”, me tiene muy entretenida. Seguramente quien lo perdió lo extrañará hasta la noche. Ahora nos traen la comida: pollo o carne, un volado.

Comí pollo a la mostaza con arroz, una ensalada con paté y un postre de pera con chocolate. Ah! Y un pedacito de queso untable, me dieron un segundo vaso de tinto. Prefiero Air France sólo porque te dan botellitas de vino. El vaso del vino es demasiado chico. Tengo sueño. Dormí mal. El teléfono celular que puse como alarma sonó a las 12 de la noche (5 de la tarde hora de México). No entendía qué pasaba pues me parecía que no era hora de despertar. Contesté la llamada sin querer y cuando me di cuenta la colgue, no estoy dispuesta a pagar una llamada en quiensabecuántos pesos, solo por contestarla en Paris. Mis vecinos italianos son algo ruidosos, se la pasan platicandose de una fila a la otra. Además son gregarios, se levantaron los cuatro al mismo tiempo al baño. La niña chiquita, de unos 5 años, tuvo que quitarse los calcetines que dan en el avión para ponerse sus botas, sus calcetines los mojo tirándose un vaso de coca encima. Mi vecino del otro lado lee algo de filosofía, no alcanzo a ver qué. Tengo una tendencia a querer saber qué lee la gente. ¿Metichismo? Supongo que sí. Creo que tomaré una siesta.

Dormí, no sé que tanto pero dormí. Desperté con sed. Fui al fondo del avión por agua y pedí unas galletas. La azafata me las dio como si le costaran a ella. Las películas las pasan en español y francés. No me gusta ver películas dobladas así es que leeré un poco más, aunque preferiría dormir. Sigo con sueño. Los vecinos de ambos lados subieron las cortinas. No sé por qué no prenden su lámpara, la luz de afuera es demasiado penetrante en el avión oscuro. Molesta en los ojos.

Dormí otro poco, leí, nos volvieron a alimentar. Una especie de merienda: queso y carnes frías, de postre flan con sémola y pasas. Ahora no había mas que jugos y refrescos para beber. O provisionan mal los aviones o creen que con una cerveza en la tarde te vas a emborrachar.

Faltan dos horas y media de viaje, estoy cansada ya llevamos casi 10 horas de vuelo.

Estamos a media hora del DF, lo acaba de anunciar el capitan. Para mí ya son las 11 de la noche y llevamos 12 horas de vuelo. Todos nos vemos cansados ya. Rebeca quedó de recogerme. Ella y sus dos hijos cuidaron a la Cirrus mientras yo viajé. Lo mejor de regresar es ver a la Cirrus.

Llegué a la casa a desempacar y revisar correos. Veré un rato la tele y veré si puedo dormir.

7 comentarios:

Laudanum dijo...

Hermana, bienvenida a casa.
Verdad que las azafatas actúan como si ellas pagaran las galletas y los jugos (en tu caso vino, ya sabemos que eres una bodacha, fina, pero bodacha).

Los italianos son gregarios, tanto o más que nosotros. Más ruidosos, como los griegos, pero igual de desastrozos que nosotros. Verdad que saben de placeres. En mi otra vida elegiré ser italiana bigotona.

Verdad que nadie se emborracha con una cerveza por la tarde, a lo más se pone alegrona (en mi caso, torpe), pero ¿tú? na, tú tienes garganta para una, dos, tres, cuatro cervezas y más.

En fin, 12 horas de viaje en camión, tren, avión, automóvil, barco o arriba de un burro son una madriza al cuerpo y la mente. Sea como sea ya estás en casa. Descansa, duerme y recupera tu horario. Muero por saber de tu viaje. Besos.

PS: Verdad que lo mejor de volver a casa es ver de nuevo a Cirrus.

Mond dijo...

My sister, my wind: Bienvenida de regreso a la blogósfera... los viajes son cansados, pero vale la pena tanto el ir como el venir. No sabes como te extrañamos, la Cirrus, toda la familia, tu má y, sobre todo, yo. Yo también muero por leer tus aventuras. ¿Cómo te recibió tu Cirrus?

dijo...

comadre, que bueno que ya regresaste, de verdad que si te extrañamos mucho.

Muchas gracias por llamarme ayer casi casi apenas te bajaste de ese terrorífico avión que no te quiso dar mas tinto!!

Gracias y bienvenida =)

robles quiroz dijo...

Bienvenida al México.
Sépase usted que con la simple descripción de comer pan con chocolate y café me despertó un apetito inmenso, así que ahora voy en busca de mi pan y mi café.
Cuídate.

cuatropelos dijo...

Espero que tu viaje haya sido provechoso...aunque seguro que con sentimientos encontrados, contenta por volver y a la vez añorando haber tenido que partir ¿no?

Gracias por volver.

Susana dijo...

soy nueva aquí, vine de blog en blog jaja q agotador un viaje tan largo ufff 12 horas...q estres!!, me gusta como detallas cada cosita , es curioso, volveré.
besos su

Ashbless dijo...

Vuelves!

Al blog, al resto del mundo que no es Paris.

Espero que la experiencia halla sido interesante. Si cuentas cosas bien. Si no las cuentas tambien. entonces imaginaré el paris que apenas conozco visitado por una mujer que a efectos practicos no conozco.

Un fuerte abrazo