domingo, septiembre 02, 2007

Para tocar el hielo

Un beso, luego otro. Sonrío antes de abrir los ojos y verte viéndome. Nos abrazamos, nos acurrucamos sintiendo este primer despertar. No queremos salir de la cama pero tienes algo que ir a hacer. Te metes a bañar y yo me quedo dormitando un rato más, oliéndote en la almohada que has dejado vacía.

Antes de que salgas del baño, preparo café y pongo el pan dulce que compramos en una canasta. Desayunamos sin muchas palabras, refugiándonos en el simple estar de una mañana juntos. Quedamos de vernos en la cruz.

Me resisto a bañarme, quiero seguir oliendo a nosotros. Me acuesto a leer y me distraigo viendo las vigas del techo de la cabaña. Huelo las cenizas del fuego de anoche. La cabaña huele a madera quemada.

Me levanto y me baño despacio, pienso que así no se saldrá del todo tu aroma. No te quiero perder tan rápido. Me visto y me salgo a caminar.

El sol va evaporando lentamente la lluvia que cayó ayer toda la tarde y noche. Camino por las calles empedradas y me pregunto si me extrañas a tu lado o si te has olvidado de mí. Me detengo a ver servilletas bordadas, canastas y piezas de madera. Pienso si comprarte algo como recuerdo de esta primer noche juntos. Pienso que lo podrías tomar como un recuerdo cursi y no lo hago.

Subo la colina y llego a la cruz antes de la hora. Me siento a disfrutar la vista desde arriba. Me pregunto si podremos disfurtar más mañanas juntos.

En un altavoz anuncian una tienda de celulares. El anuncio incluye el sonido de las teclas marcándose. Me parece que esta modernindad contrasta con la vista de casas blancos con techos de teja, portones de madera grandes y macetas de barro en las ventanas.

Me pregunto si llegarás a tiempo, si ya tienes ganas de volver a verme o si te distraes un poco y pierdes tiempo para retrasar tu llegada.

Llegas y te bajas del coche. Te sientas a mi lado y platicamos del libro que leo. Nos levantamos para irnos a comer.

Nos apuramos para que no nos pesque la lluvia en la carretera, pero llevamos apenas algunos kilómetros recorridos cuando comienza a llover. Llegamos a un lugar del camino en que hay granizo que parece nieve. Te pido que te pares para tocar el hielo. Estacionas el coche y nos bajamos.

Caminamos cogidos de la mano y me pregunto cuánto tiempo durará esta sensación que me da el sólo tomar tu mano. A lo lejos veo una casa con dos personas en la terraza. Me los imagino tomando té y disfrutando la tarde. Envidio sus ritos repetidos de los años.


Te levantas sin siquiera decir una palabra. Oigo el ruido de la regadera que indica que ya no piensas regresar a la cama. Cuando sales es mi turno de bañarme.

Bajo y ya está el café listo. La mesa puesta y un plato de fruta que la empleada ha colocado.

Te pregunto si quieres comer algo más. Quisieras algo de pan. Contesto que no se me ha olvidado, pero que el doctor ha recomendado que limites el pan dulce, tiene mucho colesterol. Haces un ruido de hastío y dices que no quieres nada más. Desayunamos cada quien leyendo una revista.

Salgo a caminar sola, tú prefieres quedarte a leer en silencio. En el camino hay charcos por la lluvia de anoche y de toda de la semana. No ha parado de llover. Mis pantalones se van humedeciendo por la hierba que rozan en el camino.

Regreso y te encuentro en la terraza mirando el horizonte. Tenemos tan pocas palabras que compartir. Pongo algo de Bach para evitar el silencio.

Ayudo a la empleada a hacer la comida y nos sentamos a comer. Dormimos una breve siesta cuando oímos que comienza a llover con granizo.

Nos sentamos a tomar té en la terraza. Bajo los tres escalones para tocar el hielo. A lo lejos veo un coche que se estaciona a la orilla de la carretera. Se baja una pareja y caminana cogidos de la mano. Me los imagino riendo, murmurándose palabras de amor como alguna vez hicimos nosotros. Tocan el granizo y caminan un rato antes de subirse al coche e irse. Envidio esa complicidad nueva que siento a la distancia.

9 comentarios:

Lutz_saa dijo...

Cada vez que te leo siento que ya conozco los personajes, los lugares, las sensaciones...tus sensaciones. Pareciera que sólo el episodio es nuevo, es como leer una larga novela en capítulos, los capítulos de una vida, de una historia de amor. Comparto muchos de esos sentires, desde ayer, desde hace ya mucho tiempo, desde antes de que existiera con quien sentirlos. Vaya manera es que me transportas a muchos acontecimientos. Gracias. lutz

Mond dijo...

Es una historia de amor bellísima. El silencio que hay entre ellos no es más que amor... el frío del hielo contrasta con el calor que emanan al caminar, al comer el pan dulce y al escuchar la lluvia. La complicidad está implícita al escuchar a Bach, en la cruz, en el libro... en las parejas ajenas a ellos.
Gracias por escribir, por compartir y por dejarme leer entre líneas.

dijo...

Ya te extrañábamos! se siente el amor de las dos parejas, la complicidad y cariño que son parte de la misma relación.. una le cuida el colesterol la otra está pensando en como sellar esa primer noche juntos.

Lo que hacen los años de la mano del amor...

Un abrazo

La Blu dijo...

sentí escalofríos y mucho miedo, miedo a la certidumbre, al desgaste, a lo predecible y el hastío, que siempre acaba por llegar.

Pillo dijo...

Me encantó el post...tus textos siempre me dejan oliendo a lo que escribes..mi oficina huele a madera y a café con pan dulce...gracias...

un monton de palabras dijo...

Que rico,

me recordaste como se siente un nuevo amor.

Karen dijo...

¡¡Eso!! Coincido con pillo, tus historias están llenas de olores. Ya te extrañaba, qué bueno leerte otra vez.

Eleafar Cananita dijo...

se me antojo el pan dulce con coqueteo de colesterol. envidio el granizo con fruta. parece que todos esperamos cosas. yo espero que me escribas a pesar de que me haya vuelto un cavernicola. besos.

Pablo Perro dijo...

Ay que cuuuursi!