martes, agosto 19, 2008

¿Cómo llegué aquí?

But for that matter, how did any of us get here, she almost asked, and she looked at the people around her. What eruptions had shaken them loose from earlier patterns of living, lifted them to the fearful brink of choice, only to deposit them at crossroads poorly marked. – Stones for Ibarra, Harriet Doerr

Yo siempre digo que me cuido y también digo que me sé cuidar. Trato de comer ordenadamente, tomo mis vitaminas diarias, hago ejercicio por lo menos tres veces por semana, trato de dormirme temprano. También disfruto de mi tiempo libre, veo a mis amigas y amigos, salgo a comer a lugares ricos de vez en cuando, disfruto de mi casa y de mi tiempo de paz, me doy un baño de tina con sales aromáticas una vez por semana. Me consiento también comprándome música y libros que me gustan, ropa de vez en cuando, yendo a pintar y cortarme el pelo a un salón caro donde hasta tienen desayunos. Estas son las cosas que para mí son cuidarme.

Y sin embargo, de unas semanas para aca me he sentido cansada. Hoy amanecí muy cansada, en la oficina me dicen que estoy estresada, yo ya no sé, sólo sé que necesito desconectarme. En lo que lo hago sigo buscando un lugar suave donde descansar, una colchita con que taparme y un plato de sopa caliente.

Hoy amanecí preguntándome ¿cómo llegué aquí? ¿Cómo es posible que si me cuido no me haya dado cuenta de mi cansancio acumulado? No creo que se haya amontonado en la última semana. ¿Será que no puedo con el paquete que ando cargando? ¿Será que el trabajo es demasiado o no me sé administrar? No lo sé, sólo sé que esta mañana igual que la de ayer no me levanté a correr y no me sentí culpable.

martes, agosto 12, 2008

Deslizarse

Desperté en la madrugada. Me di vueltas para un lado, para el otro. Traté de silenciar mis pensamientos, o por lo menos concentrarme en una sola idea. A veces pienso que si puedo seguir una idea hasta el final podré dormir. Creo recordar que esto ya lo dije antes. Esta madrugada lo volví a intentar y volví a fallar.

Más vueltas. Sobre el costado izquierdo, sobre el derecho. Pasó una hora, otra vez sobre el costado izquierdo. Empiezo a deslizarme.

Me gustan ese dormir al que llego con ligereza, sin sobresaltos. Entro a una zona de sueños suaves, de cosas cotidianas que siguen su porpia lógica: movimientos con armonía y cadencia, palabras suaves, amigos entrañables y desconocidos a la vez. Hay que soltar, lo más difícil es aprender a perdonar los errores propios: volver a confiar: En los sueños todo se mezcla, las sensaciones los pensamientos diurnos, los silencios, lo que quisimos decir y no dijimos, estamos donde debemos estar como también sucede en la vida real. Abrí los ojos como si los acabara de cerrar y habían pasado varias horas. Salí del sueño igual que como entré, deslizándome. El tiempo externo no regula el de los sueños, ahí se viven años en minutos o segundos en horas.

viernes, agosto 01, 2008

Del cariño temprano

Hace unos días fue cumpleaños de mi sobrino. Recuerdo una ocasión, de las primeras que hablé con él por teléfono, que le pedí un abrazo y me dijo “¿cómo un abrazo por teléfono?” Uno de adulto se acostumbra a mandar abrazos y besos verbales, él mandaba besos reales y no entendía cómo mandar abrazos. Han pasado 23 años y cada vez que hablamos me da un beso, me lo truena, jamás me lo manda verbalmente.

Cuando le platicaba a Blue me dijo “¿por qué lo amas tanto?” y luego agregó “a lo mejor te parecerá una pregunta pendeja (sic) pero no tengo ningún pariente que me ame tanto como tú a él”.

No sé exactamente qué le contesté, algo de su sabiduría infantil y recuerdo que también comenté de cómo amaba a mis “hermanas menores”, pero como siempre que se me plantea algo así, la idea me sigue dando vueltas.

Lo seguí pensando y he elaborado una hipótesis (una de mis hermanas menores dice que tengo hipótesis para todo): es diferente el cariño que se desarrolla cuando uno ve crecer a alguien desde niño y tiene una diferencia de edad suficiente para ser consciente de ese crecimiento.

La primera vez que lo viví fue con mis hermanas menores. Tres niñas que no son hermanas, ni primas, ni parientes, pero que su mamá, la famosa Güera, decidió serían mis hermanas menores. No sé si fue a partir de que ella lo decidió o antes, cuando ellas se infiltraron en mi vida. Las vi aprender a caminar, a guacarear, a hablar. Cris me despertaba de mañana jalándome un ojo y preguntándome si ya había despertado y cuando la mamá desde lejos decía “¡ay! ya las fueron a despertar,” yo contestaba “no, Güera, ya estaba despierta.”

¿Cómo no amar a la niña que se sienta a tu lado a pasarte el rimel y la sombra, que sigue cada uno de tus movimientos y que al paso de los años ves convertida en ginecóloga? Aún sonrío recordando a la pequeña Mond decir que no me podía dar un beso porque se le habían acabado.

Una noche, pocos días después de llegar a vivir al DF y comenzar mi primer trabajo, llegué a su casa, donde aún vivía porque aún no conseguía un depa. Bk, la mayor de ellas me recibió en la puerta con una pregunta “¿nos preparas unas migas para cenar?” Yo no sabía cocinar, no me interesaba aprender y ella viendo mi cara de desconcierto me dijo “yo te digo cómo” me llevó a la cocina y jaló un banco al lado de la estufa para darme indicaciones: corta las torillas en triangulitos, sí, así están bien, ahora dóra las tortillas, con ese aceite es suficiente, ahora pon los huevos. La receta era de mi mamá y ella la sabía mejor que yo.

Estas niñas fueron creciendo y a su lado he vivido amores y desamores, tanto míos como de ellas, también viví un velorio hace poco más de un año. Amo las mujeres en que se han convertido.

Luego me ha tocado ver a mis sobrinos. Aunque nunca hemos vivido en la misma ciudad, siempre he tratado de mantener el contacto, de seguirlos y de estar con ellos lo más que puedo.

De Xilo aprendí a dedicar tiempo a entender las preguntas y a responderlas. Un día, tal vez cuando tenía 5 años, llegó a preguntarme de los resortes. Yo lavaba trastes y no entendí bien su pregunta por lo que le pregunté “Xilo, me hablas de un resorte en especial o de los resortes en general”. El me contestó con otras preguntas “¿cómo son los resortes especiales, cómo son los reportes generales?” Me detuve a explicarle la diferencia entre particular y general, lo hice, recuerdo bien, utilizando la cafetera que secaba en ese momento. Xilo, estuvo atento durante toda la explicación, cuando terminé me dijo “si me explicas así sí te entiendo,” se dio la media vuelta y se fue, ya sin más preocupación de los resortes. Siempre que cuento esta historia pienso que implícitamente me dijo “si yo no entiendo la idiota eres tú no yo” y es cierto, los niños entienden todo.

A Itzel la llevé a ver su primera obra de teatro. Tenía escasos 3 años. Se sentó y pareció no parpadear durante toda la obra. No dijo nada, no quiso ir al baño, no estaba aburrida, no preguntó cuánto faltaba, no quiso salirse. Toda su atención estaba puesta en el escenario. Al salir fuimos a comer y al terminar de comer dijo “ahora sí podemos ir a otro”. Le pregunté a qué otro se refería y dijo “a otro teatro”. Ahora está a punto de empezar su carrera de Artes visuales.

Uno ve pasar los años de uno mismo sin mayor sorpresa. Sólo te das cuenta que los años han transcurrido cuando uno de estos niños es ya un ingeniero, y la otra, a los pocos meses de vivir en Italia es capaz de entender las instrucciones en algún pueblo del sur de Italia y de dirigirte al lugar indicado.

Es sólo cuando has compartido la infancia de alguien cuando logras entender la magia del cariño temprano.