martes, noviembre 28, 2006

En el Defe

Otra vez fue día de cambiar la plática cibernética por plática en persona. En estos meses me ha tocado hacerlo en varias ocasiones y habían sido experiencias interesantes. Esta vez no fue la excepción.

Siempre existe un poco de esceptisismo si la conversación va a fluir igual que através de un medio cibernético, si habrá química. Te preguntas cómo sonará la voz diciendo las frases que te suena familiar leer, qué expresiones acompañarán a las palabras, si mueve las manos al hablar, cómo sonará la risa, qué tanto parecido con las fotos se tiene.

Este fin de semana fue un encuentro delicioso, lleno de largas conversaciones y risas, paseos y más plática, rica comida, buena bebida y sesión de fotos.

Lo que me sorprendió fue que la relación se dio más natural de lo que esperaba.

miércoles, noviembre 22, 2006

Extrañando

Desperté con el silencio de la luz tenue del día nublado. El edredón cubre mi cuerpo desnudo que busca tu cuerpo inutilmente. Debí amanecer con tu pierna cruzada encima de las mías. Comencé a buscar entre las sábanas las pequeñas palabras y silencios antes de hacerte el amor por la mañana. Me mojé imaginando el contacto preciso de tus dedos que siempre encuentran el grito en mi garganta. Extrañé el olor de nuestros cuerpos mezclados. Me enredé el alma con la conexión de nuestras mentes y algo más que no sé nombrar aún. Se me olvidó por un instante que fue solo una idea el haberte encontrado.

miércoles, noviembre 15, 2006

Despertar

Me doy cuenta que no me gusta meterme a bañar tan pronto despierto. No me gusta despertar de golpe con el agua de la regadera. Las gotas caen demasiado violentas sobre la piel todavía cálida de las colchas, y aunque el agua esté caliente se siente fría por el contraste. Prefiero despertar despacio, desde adentro, primero con el olor del café recien molido, luego con el líquido que resbala por las venas. Después ya estoy lista para el agua y el jabón. También para jugar con las burbujas.

sábado, noviembre 11, 2006

Silencio

Disfruto de este silencio que creo a mi alrededor los sábados. No es un silencio absoluto, pongo música, están los gritos y voces de los vecinos, el ladrido del perro que habita en la casa de al lado, el ruido del refrigerador, un automovil que pasa por la calle, algún avión que vuela encima de la casa.

Es un silencio que se huele, que entra por los poros y se queda enredado en el cabello que no me he peinado en todo el día. Un silencio que escurre por las paredes en los espacios que quedan entre los cuadros, se arrastra por la alfombra y sube por las sillas y los sillones dejando una masa pegosteosa, matiza el brillo de las lámparas. Es desenfadado y arbitrario.

En la noche, después de horas de este silencio parcial, siento que he estado conmigo, que me he acercado a mí. Y quisiera se prolongara el día, quisiera que la noche fuera infinita para disfrutar este estado de silencio en el que me encuentro.